Habitan las voces en este cuarto nuestro. A veces, cuando el viento lame los cristales con su lengua oscura, puedo escucharlas junto a la cama, junto al colchón caliente que recoge tu cuerpo estremecido. Tú las oyes también, te atrapan, quiebran tu pecho y se acomodan allá donde nadie ha llegado nunca. Pero no dices nada. Ni una palabra que rompa el lamento que parece brotar de las paredes.

A veces lloras. Llueve en el cuarto, en tus mejillas rosadas, y yo miro y balanceo este cuerpo, esta carne blanca que tocas con tus dedos. Te digo basta ya, acaricio la curva de tu espalda, el sexo abierto que se contrae entre mis manos, y tú me miras y me hablas, me dices hazme daño, hazme daño hasta que sangre. Hasta que tiemble el colchón bajo el peso de las vísceras y huyan, espantadas, todas estas voces que oscurecen nuestros sueños.

7 comentarios:

Almudena Vega dijo...

el peso de las entrañas es un pensamiento que hipnotizó por un tiempo mis poemas. ahora lo leo aquí, ahora te leo aquí, en este colchón blanco infinito de píxeles.

un abrazo.

nerear47 dijo...

Me ha encantado... tienes una manera muy tuya de escribir y eso es muy importante. Un besazo! :)

Layla dijo...

qué belleza, en serio

fran dijo...

Y por mucho que grites el lugar permanece vacío, como si tu espalda estuviera invertida y el cuerpo permaneciera unido por finos hilos de indiferencia...Déjate al abandono de los sueños.

bsos

Su Xiaoxiao dijo...

Escribes de una manera hermosa y perturbadora, siempre estoy deseando leer más...!

Amanecer Nocturno dijo...

Me he hecho una yonqui de tus textos. Máááááás!

Kay Williams. dijo...

Es precioso. Tienes un talento increíble para escribir :3 "Hazme daño, hazme daño hasta que sangre" Supongo que el dolor es una de las mejores manera de olvidar...

Besos llenos de invierno,

K.