La palidez de los domingos. La pulcritud. Lo hermoso acurrucado en las pupilas, en la carne magra, en la piel que sostiene el cuerpo que sostiene la sangre que coagula. La palidez entre mis manos, y este llanto, y esta voz, y el ojito cerrado que dice no, no, que dice no me hagas daño, no me hagas daño en esta noche triste.
(...)
4 comentarios:
"No habla, y, sin embargo, Coco oye las palabras, Coco y su grupa desnuda, y su sudor caliente, y ese denso olor a cerrado que aprieta las costuras de sus medias."
Hacía muchísimo que no leía nada tuyo. Después de leer esto, pienso que quizás he echado de menos este tipo de textos. Sí, seguro. Seguro que lo he hecho.
Que gusto da encontrarse esto entre la blogosfera. Un beso talento
siempre como nosotras, siempre el blanco de nuestras páginas que rima con nuestros huesos que rima con el hielo de nuestro estómago. besos, tú.
vaya, me ha puesto triste...
(pero a veces lo triste es bonito, y hoy en una de esas veces)
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