Corrían por los páramos, las criaturas, los niños de boquitas
sonrosadas. Algunos lloraban sobre la tierra caliente, sobre las migajas
del pan moreno comprado en el mercado, mientras los mayores se
burlaban. Otros tendían aquellas manos de miseria y esperaban, esperaban
al tiempo y a la muerte, vueltos los ojos hacia la cara más amable de
un lugar donde la desgracia rondaba como el perro desahuciado.
Eran
hermosos como príncipes aztecas. Como vastos reinos desolados. Sabían
del mundo y sin embargo nunca hablaban. Solo la risa, blanca como la
palma de las manos, como la luz de la mañana. Aquella risa el día del
mercado. Llegaba el pan y las legumbres, la fruta madura en grandes
cestos, y ellos corrían, los niñitos de bocas sonrientes, de dientes
arrasados, animalitos centenarios que se doblaban bajo el peso del
viento estremecido de los páramos. Era entonces cuando yo los miraba.
Cuando yo decía cuidaré de vosotros con esta voz atravesada.
(...)
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4 comentarios:
bella, hace mucho que no vengo. que no vengo a escribir lo hermosas que tus palabras te cuidan.
ven pronto. besos.
Y quién cuida de ti bonita :*
me pusiste los pelos de punta con esa ultima frase, pude escuchar esa voz!
me encanta este texto. es increíble
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