Coco es valiente. A su manera, a la manera buena de las niñas, de las muchachas que corren descalzas por la calle, con los ojos abiertos y el corazón entre las manos. A la manera de los pájaros o de los ciervos, como el animal salvaje que tiembla sin saberlo cuando acerca el hocico a los rostros de quienes pretenden apresarlo.
-Un día voy a matarte - me dice, vuelto el cuerpo del revés sobre la cama.
Yo asiento. Un día voy a matarte, a matarnos, a arrasar con todo.
-No te rías. Detesto cuando ríes con todos esos dientes, tus malditos dientes de muchacho. No te rías de mí, Bird. Porque voy a matarte, y luego me mataré yo, y nuestra sangre será miel caliente sobre el suelo de la cocina. Y vendrán los ciervos, ya verás, vendrán y lamerán la piel de nuestros cuerpos, y esa sangre será la que sacie su sed. Y no habrá llanto porque los ciervos no lloran, aunque en sus ojos se vea el dolor sordo de quien sabe que ha perdido algo que nunca volverá.
Los cuerpos se mueven en la cama, en el piso, en la terraza abierta que deja entrar el calor de la tarde. Alguien dice hijos de la pena y yo asiento y Coco ríe y dice no, no, hoy la pena se ha quedado en el recibidor, con los zapatos sucios. Pero los dos sabemos cuánta razón tiene y cuánta pena hay dentro de esas palabras, las de la Coco valiente, las de la única que sabrá, llegado el día, hacer lo que debemos hacer.
¿Llorarán los ciervos ante lo hermoso de la muerte?
3 comentarios:
lo mas probable es que si ..
notaran que algo.. les falta..
Oh!!
Cogería un subrayador de algún color bonito-pastel para remarcar algunas frases de las que desde ahora, estoy para siempre enamorada.
(no valdría cualquiera, un neon lo echaría a perder)
Besos.
todas tus letras inyectan sentimientos en vena.
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