Nunca así el fuego, tan cerca. Nunca así el miedo.
Tú llorabas y decías, pobres pajaritos. Pobres, allá en sus nidos. Y el fuego devoraba
con su lengua cálida, engullía el bosque oscurecido, las ruinas de los
árboles que una vez fueron el hogar de los salvajes. Piras funerarias
que se alzaban y extendían hasta donde alcanzaba la vista, densas como
la bruma de la mañana, que habrían de apagarse mucho tiempo después, con
las primeras luces, con las últimas lágrimas de tu llanto estremecido.
Quise
decirte que no temieras, pero cómo hacerlo, cómo cuando tiembla el
diente y la voz se me atraganta, cómo cuando soy también yo un niño
asustadizo. Y miraba el fuego allá en tus ojos y veía al animal herido,
al animal sediento del después, buscando el hogar perdido en una guerra
que no era la suya, que nunca había sido ni sería y sin embargo siempre
presente, siempre tras sus pasos. La guerra del pájaro en el nido, la
misma que tú al otro lado, segura en casa entre mis brazos, sentías tan
dentro.
2 comentarios:
Gorrión no tengas miedo gorrión también somos el animal herido gorrión
Me encanta el giro del final. Y simplemente cómo me has atrapado durante el relato. ¡Qué poético! :)
¡Un beso!
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