Y ahí está de nuevo la muchacha, esta niña que es el mar entre mis
brazos, riendo como ríen las criaturas en los días de verano. Ahí está,
vuelta la mirada, el cuerpecito en la cama, en este lecho de plumón y
rosas, de sudor y calma, que acoge como el pecho de una madre y adormece
lentamente mis temblores y sus ansias.
Habla poco,
esta niña mía. Todo lo que ríe lo calla, y ahí en la mirada, todas sus
palabras, las verdades nunca dichas, la riña con la madre la otra tarde y
el amor que hoy me profesa. Bebe sin embargo con gana, de este vino
dulce y caliente que habrá de ser como tantas otras cosas
irremediablemente nuestro, tan propio como la piel o el cabello que
caracolea como un mar estremecido por el colchón de pluma. Y yo que la
miro, me la como con los ojos y las manos, hablo y hablo todo lo
que la niña no dice, esta niña mujer animalito, esta criatura conocida a
través del tiempo y de los hombres, a través de todos los reveses de mi
vida; esta niña, digo, que ha venido hoy a salvarme de la ruina o
quizás todo lo contrario, quizás quién sabe, si no seré yo la que la
arruine a ella, tan joven, tan niña y sin embargo, sin embargo este
saber en su mirada, en sus pupilas que me acunan y me calman.
(...)
4 comentarios:
Me encanta cómo describes, siempre (:
Qué perfección. Todos tus textos son increíbles, todo lo que transmiten, son arte.
De verdad, no sé cómo lo haces, pero siempre consigues hacer los personajes tan reales, tan tuyos, que parece que podemos escucharlos respirar tras cada una de tus palabras.
Un beso enorme bonita :)
Sobrecogedor, cuánta ternura. Un estilo precioso.
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